Ambos son de un desaparecido programa llamado Plan Z. Veámoslos:
Sublimes ¿no? Pero si ahora les comentara "estaría padre que estos tipos hiciesen un programa infantil", por lo menos fruncirían el entrecejo y levantarían la nariz, a la par de soltar no muy sutiles aseveraciones sobre mi salud mental.
Pues, a los que no reconocieron las voces en el primer video y los títeres en el segundo, les diré que eso pasó: Los creadores y realizadores de Plan Z son los mismos que posteriormente entregaron al mundo 31 minutos.
No cabe duda que cuando alguien es un verdadero artista es capaz de hacer obras maestras hasta sin ganas, pues en una entrevista* Álvaro Díaz -quien junto con Pedro Peirano es el principal artífice de la emisión- a la pregunta de cómo surgió 31 minutos respondió: "Nació porque estaba el concurso del Consejo Nacional de Televisión, había que hacer una serie infantil, nosotros como productora necesitábamos pega (i.e. trabajo) urgente", para posteriormente apuntar: "A mí no me interesaba mayormente trabajar en televisión infantil, lo puntual salió que yo tenía que hacer un segmento y se me ocurrió esto de agarrar un títere y hacer una nota seria". Increíble.
Entonces es claro por qué el resultado es un programa que pervierte a las criaturas. Sólo que hay que recordar que previo a su connotación peyorativa la palabra pervertir significa torcer, invertir, trastocar; es decir, cambiar la perspectiva, modificar lo ya establecido, crear una nueva realidad con lo dado. En ese sentido, en lo que llevo de vida pocas cosas me han pervertido tanto como la poesía de Pessoa, las sinfonías de Mahler o la teoría de la relatividad de Einstein. Y lo que en mí queda de niño se deleita tremendamente con las perversiones de 31 minutos (y Plan Z).
* "La experiencia, más allá de los resultados, vale su grandísimo precio" (laguiadesantiago.cl)
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